Otro día empezaba, igual que ayer e igual que mañana.
Ya empezaba a estar harto de esto, pero ¿qué podía hacer? Solo podía aguantar,
como había hecho siempre.
Al salir del
barracón Román vio algo anormal, una persona de blanca piel y aspecto macabro
debajo del pequeño manzano que tanto le gustaba. Su oscura mirada estaba fijada
en él, pero aun así Román no sintió miedo, sino curiosidad. No conocía a ese
extraño chico.
Se escaqueo sin que nadie se diera cuenta. Según se
acercaba pudo verle mejor. Era de estatura media, complexión delgada y
apariencia débil, llevaba una camiseta y un pantalón negros, pelo de un color
negro muy oscuro y ojos de un color azul clarísimo. Sin embargo, lo que más le
llamo la atención fue el hecho de que estaba totalmente descalzo.
-Hola- dijo Román tras ponerse al lado del extraño-
¿Sabes que hay un nuevo invento llamado zapatillas? –
El chico le miró con cara de póker, sin inmutarse ni
un poco.
-Me llamo Román, ¿cómo te llamas? - siguió sin
importarle ni un poco que pasase de el- Nunca te he visto por aquí. ¿Eres
nuevo? –
- ¿Por qué te interesa tanto mi presencia aquí? – pregunto
el joven sin casi inmutarse, giro la cabeza hacia Román y tras clavarle su
profunda mirada prosiguió – Aunque la pregunta más adecuada seria: ¿Cómo puedes
verme? –
-Eres algo raro, ¿no? ¿Cómo no voy a verte? –
-Dado que soy un espectro, un fantasma atado a este
mundo, es casi imposible que puedas verme, a no ser que…-
- ¿Espectro? Creo que me estas tomando el pelo-
- ¿Cómo casi todo el mundo en esta prisión? –
- Si, exacto- contesto Román extrañado y
desconcertado, un escalofrío le recorrió el cuerpo, el tono le cambio a un
serio militar y su mirada empezó a ser amenazante- ¿Quién eres y que has venido
a hacer aquí? –
-Como ya te he dicho soy un espectro, un ser…-
-Eso ya lo has dicho, ¡cuéntame algo nuevo! –
-Si me dejaras continuar podría. Nikolay y me han
encargado que encuentre a una persona. –
- ¿Quién te lo ha encargado? –
-Alguien-
- ¿A quién te han pedido encontrar? –
- A alguien muy específico, y creo que lo he
encontrado –
- ¿Ah sí? – una sensación extraña le rondaba cada vez
más fuerte al cada vez más asustado y desconcertado Román- ¿Vas a contarme algo
concreto o no? Porque si no lo haces me voy a desayunar-
-Como veas, pero llegado el momento te darás cuenta de
lo que está pasando-
Román se alejó de allí sin saber muy bien lo que había
pasado. Tenía una mezcla de sensaciones tan grandes que le abrumaban; estaba
aterrado, desconcertado, cabreado, confuso… Solo quería ir a un sitio seguro y
calmarse.
Su padre estaba algo liado, con llamadas y mucho
papeleo.
- ¿Malo me dices? -
-Si papá, no tengo muy buen cuerpo hoy. Quisiera
tomarme un permiso hoy. –
- Jamás te has puesto malo, algún día tenía que pasar,
hijo. Ve a la enfermería y después descansa. A ver si mañana te encuentras
mejor. –
Al Director le resultaba raro. Sabía que a su hijo no le
gustaba este sitio y que no estaba realmente enfermo. Algo le había pasado,
algo había cambiado bruscamente y no sabía el que. Sin embargo, se le ocurrió
quien podría enterarse, alguien en quien su hijo confiaría de inmediato, y
donde encontraría a su hijo en cualquier momento, el único lugar de esta
escuela que le gusta estar.
- “Espectro:
proyección fantasmal que hace tareas en bucle en un lugar determinado”-leyó
en un libro, sin embargo en otro ponía-“Espíritu
fantasmal, condenado a realizar una acción o la protección de un alma errante.
Para que esto ocurra debió realizar actos contra la vida o actos de brujería
malintencionados. Son seres de gran poder, capaces de poseer y tergiversar la
mente, utilizar poderes antiguos y magias olvidadas y capaces de huir de
cualquier situación.”
-Curioso, ¿a qué sí? - dijo el espectro – Pero la
verdad es que no es del todo correcto lo que ahí se dice-
-Entonces ¿Qué eres? Cuéntame todo sobre ti y los
espectros. –
Nikolay estaba sentado encima de una de las mesas, sonriendo.
-Los espectros somos almas anclados al mundo de los
vivos por diversos motivos. Tenemos que obedecer las órdenes de aquellos que
perjudicamos o a diferentes seres. En mi caso es complejo, además de que tengo
ordenes muy concretas. Cuando estaba en vida digamos que me dedique a jugar con
lo que no debía. Me hice experto en brujería negra y digamos que intentando
proteger a alguien querido acabe aquí. –
- ¿Por proteger a alguien querido acabaste siendo un
espectro? –
-Sí, perjudique a un alma inocente. Un daño colateral
que me atormentara por toda la eternidad. –
- ¿Y por qué estás en este sitio? O sea, en la
escuela-
-Me encargaron encontrar, proteger y guiar a alguien
hacia un sitio secreto-
- ¿A quién? –
-Creo que a ti. Alguien me describió tu aura y
coincide con la tuya, por eso cuando te vi esta mañana no supe que eras tú. –
- ¿Mi aura? -
-Campo espiritual único en cada ser vivo. Si vienes
conmigo te enseñaría a verlo. –
-No sé, … Esto me parece algo surrealista-
- Piénsatelo, mucha gente se ha tomado las molestias
de que estés a salvo. Gente como tu padre, tu madre…-
- ¿Mi madre?- interrumpió Román
Nikolay sonrió y se quedó en silencio durante unos
segundos. Galio entró en la biblioteca intentando no hacer ruido, pero no lo
consiguió.
-Hoy no te he visto en clase, supuse que estabas aquí-
dijo el profesor con un tono amigable- ¿Qué te pasa? –
-Nada, que no me encuentro bien-
-Él no me puede ver ni oír-dijo Nikolay- Solo tu-
-Pues para estar enfermo tienes unos temas de lectura
un poco… excéntricos- prosiguió el profesor mirando tan extraños libros
-Es que cuando me encuentro mal suelo leer libros
extraños, para despejarme- Román apartó la mirada de su profesor y fijarla en
los libros- Mañana volveré, siento habérmela perdido la clase. Me pondré al día
cuando me encuentre mejor-
-Esto no es propio de ti, ¿seguro que estas bien? -
-Sí, seguro. Te ha mandado mi padre, ¿verdad? -
- Tenia las mismas dudas y preocupaciones que yo, ni
siquiera has desayunado. –
- Lo suponía. Pues lo único que me pasa es que estoy
algo enfermo. Solo necesito un poco de descanso. –
- ¿Estás seguro? –
- Si, seguro. Descanso y algo de soledad. –
El profesor le dio una palmadita en el hombro y se fue
de la biblioteca cabizbajo.
-Parece… Simpático- dijo Nikolay
-Es el mejor profesor de esta escuela, y seguramente
una de las mejores personas. – dijo susurrando Román- Y cambiando de tema, ¿Por
qué solo puedo oírte y verte yo? –
- Puedo elegir quien me ve y quien no, ventajas de
estar muerto. – respondió con sonrisa irónica- Aunque me estoy acostumbrando. –
-Vale, ahora otra cosa importante. – el tono de Román
se volvió muy serio y se giró hacia el espectro- Antes mencionaste a mi madre.
¿Qué sabes de ella? –
-Básicamente es a quien rindo cuentas, quien me
encargo la misión de encontrar a un chico, un chico que me he dado cuenta de
que eres tú. –
- ¿Dónde está? –
-Llegado el momento lo sabrás. Por ahora, si me dejas
te contare lo que debes saber. –
- Esta bien, cuenta, pero no te vayas por las nubes,
lo odio. –
- Desde los inicios de la humanidad ha habido una
elite de gente, gente peculiar, que se ha dedicado a proteger al ser humano de sí
mismo, a hacer que en el mundo reine la paz. Durante milenios lo consiguieron;
hasta que por envidia de hombres, malvados y codiciosos de los poderes que
poseían esa elite, los persiguieron y casi hasta extinguirlos. – Nikolay hizo
una pausa e hizo una mueca
- ¿Casi? –
- Solo unas pocas familias de esas elites
sobrevivieron, escondiéndose en un inhóspito lugar. Un lugar que se dice que
solo pueden llegar los puros de corazón que ya han estado allí. –
-En ese sitio, ¿está mi madre? -
-Sí, y supongo que querrás saber cómo es-
- Cuenta-
- Muy guapa, fuerte, y con una determinación de
hierro. También, por lo que he oído te hecha tanto de menos…-
- ¿Y por qué se fue? –
- Y yo que sé, yo solo soy un mandado-
- ¿Qué sacas tú con esto? –
- Me prometieron un cuerpo o el descanso eterno-
- Pues creo que vamos a tener un escollo si decido ir
contigo-
- ¿Cuál? – el fantasma no se esperaba eso
-Si a ese sitio solo pueden llegar aquellos que ya han
estado y ni tú ni yo hemos estado… ¿Cómo vamos a llegar? –
- Me parece una pregunta estupenda. Se aproximadamente
dónde está. Tampoco nos costara mucho buscar. Además de que tu madre me dio
indicaciones para llegar, aunque eran algo… Vagas –
- ¿Dónde está? Aproximadamente –
El fantasma cogió un libro de geografía, lo abrió por
un mapa del continente asiático y señalo el lugar aproximado.
-Estupendo, pero ¡¿Cómo te crees que voy a llegar al
Tíbet?!-
-Ahí entro yo. ¿Recuerdas que en vida se me daba bien
la magia negra? Pues ahora también. Cuando estés listo te llevare a la zona
aproximada. –
-Esta noche lo haremos. Cojo suministros, ropa y me
despido de mi padre. -
-Se nota que llevas mucho tiempo entre militares.
Agradecería que no le contases mucho de donde vamos a tu padre. –
-Tranquilo, solo pensaba ponerle una nota en el
despacho. Para cuando la lea, si lo que dices es cierto, estaremos muy lejos. –
- Lo que puedo hacer es dejarla yo en su despacho.
Total, nadie me puede ver si yo no quiero. –
Román cerro todos los libros y los dejo donde estaban
antes de cogerlos. Tras dejarlos todos empezó a buscar libros relacionados con
el Tíbet, tanto geográficos como de historia, pasando por libros de viaje.
Mientras Román los leía y se empapaba de lo que en ellos decía, Nikolay le
contaba todo lo que el sabía de esa zona, que mucho no era.
Llegado la hora de coman Román seguía enfrascado en
aprender todo lo que podía de esa zona y ante sus propios ojos Nikolay
desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Instantes después apareció con un
plato de comida del comedor y se lo dejo al lado de su nuevo amigo.
-¿Cómo lo has hecho?- Pregunto Román desconcertado
- Tengo mis trucos, ya te lo he dicho. –
- Gracias ¿Tu no comes? –
- No me hace falta, ya estoy muerto. – dijo mientras
Román empezaba a comer- ¿desde cuándo estas en esta especie de escuela prisión?
-
-Desde que mi madre se fue, mi padre es el dueño y el
director. Quiere tenerme cerca y protegerme, supongo. –
- Interesante. Creo que a tu madre no le gustaría.
Cuando la conozcas lo sabrás. –
Román sonrió
ligeramente y tras acabar de comer siguió leyendo. A la hora de cenar Nikolay
se llevó el plato de la comida y trajo la cena.
-Si quieres que salgamos hoy deberías descansar algo
después de cenar. Al menos un par de horas. –
-Creo que va a ser la mejor opción. Termino de cenar y
me voy al barracón a dormir. –
Tras cenar y dejar todos los libros perfectamente
ordenados Román se fue directo al barracón a dormir un rato, seguido muy de
cerca por Nikolay.
Al llegar, sus compañeros ya estaban allí preparados
para alguna broma pesada.
-Mirar a quien tenemos aquí- dijo uno por el fondo- el
desaparecido-
Las miradas se posaron en él.
-Por tu culpa hoy el Teniente nos ha machacado aún
mas- soltó otro con tono enfadado- Crep que deberíamos ser recompensados. –
- Pues yo no lo creo. – respondió Román con tono frio
y seco
Uno se lanzó a por Román, a darle un puñetazo, pero
salió por los aires antes de ni siquiera rozarle. Otro lo intento también, pero
con el mismo resultado.
Nadie sabía que era lo que estaba pasando, ni siquiera
Román.
-Curioso lo que está pasando, ¿no crees? – dijo Nikolay
– Creo que ahora me toca a mí.-
Todos excepto Román salieron disparados hacia el techo
y después cayeron al suelo de golpe. Nikolay chasco los dedos y todos fueron
lanzados por la puerta del barracón y se detuvo el tiempo para Román y Nikolay.
-Creo que deberías hacer todo lo que debieras e irnos,
ya descansaremos en otro momento. - dijo Nikolay con tono serio
- Opino lo mismo- saco rápidamente un macuto y empezó
a meter todas sus posesiones en el.- ¿Cómo lo has hecho? Y sobre todo ¿Cuánto
dura el efecto?-
- Viejo hechizo de brujería negra, algún dia puede que
te lo enseñe. Puedo mantenerlo un par de horas.-
-Suficiente- Román saco una hoja de papel y escribió
una nota en silencio que no le llevo más de 10 minutos – Ponlo en la mesa del
despacho de mi padre, en un lugar que lo vea bien. Nos reuniremos en 30 minutos
en la cocina. –
- Solo funciona mi hechizo en esta zona, pero creo que
llegará a la cocina. Nos vemos allí. Eso sí, no toques a nadie, podría
disiparse el efecto para esa persona.-
Román salió disparado con dirección a la cocina y Nikolay
desapareció en un instante.
Al llegar a la cocina cogió una pequeña mochila y la
llenó de latas de comida y utensilios de cocina. Calculaba que con esos
suministros podría aguantar un mes, pero decidió ir también a la habitación de
su padre, donde podría encontrar su pasaporte y algo de dinero.
Su padre estaba tumbado en una cama normalita, de
tamaño familiar, leyendo un libro de novela negra. Su habitación era no muy
lujosa con una estantería con libros de física y una enciclopedia enorme. En el
gran escritorio que tenía, orientado hacia la ventana, había una cantidad
excesiva de papeles acumulados. Román abrió uno de los cajones y saco de un
doble fondo algo de dinero y su pasaporte. Miro de nuevo el dinero y dedujo que
esos papeles en el Tíbet no tendrían gran valor, por no decir ninguno. Así que
los dejo donde estaban, cogió un colgante que permaneció a su madre y se fue
corriendo tras derramar una lagrima al ver por última vez a su padre.
Al llegar al punto de encuentro, Nikolay le estaba
esperando con su porte algo macabro. Este se sorprendió de lo que Román llevaba
encima. Comida y bebida como para alimentar a un regimiento, además de ropa y
utensilios de todo tipo.
- ¿Estás listo? –
- Sí. ¿Dejaste eso donde te dije? –
- En el centro del escritorio, la verá. Ahora voy a
hacer un pequeño hechizo que nos llevará a una zona que creo que es segura. Ahí
descansaremos un poco y mañana al amanecer partiremos. – Nikolay agarro del
hombro a su amigo- Puede que te sientas algo mareado, confuso o ambas cosas. Procura
no vomitar. –
Antes de que Román dijera nada un brillante y
multicolor haz le cegó. Todo a su alrededor se movía descontroladamente y un
horrendo sonido le taladraba la cabeza. Solo podía gritar, pero sus palabras
eran atenuadas por tal terrible sonido. Por suerte acabó pronto.