jueves, 6 de julio de 2017

Capitulo 3: La gran caminata

Al abrir los ojos vio un gris techo. Se encontraba en una ancha cueva, con gravilla en el suelo. Estaba iluminada con una pequeña hoguera de extraño color amarillo brillante. A Román le inundaba el frio. Tenía muchísimo frio y estaba muy mareado.
-¿Dónde estás Nikolay?- preguntó Román con voz temblorosa- No me puedo mover-
- Tranquilo, es normal después de la tele transportación. - respondió Nikolay apareciendo de entre las llamas de la hoguera- Ahora se te pasará. Llevas un par de horas dormido.-
- ¿Dónde estamos? – cada vez podía moverse mas
- En la ladera de una montaña tibetana. Caímos fuera, pero debido a la ventisca decidí resguardarnos en esta cueva y hacer un fuego –
Román se empezó a incorporar lentamente, viendo más detalles de la cueva.
- ¿Por qué llevo otra ropa? – Preguntó Román desconcertado
-Estabas empapado por la ventisca y supuse que lo mejor sería cambiarte la ropa- respondió mientras ayudaba al débil chico a incorporarse- Estaba encharcada y la he dejado secando al lado del fuego-
Román vio la ropa al lado del fuego, saliendo vaho de ella. La cueva no era muy profunda. Sus bártulos estaban al lado de una enorme roca de color cobrizo.
- ¿Ahora por donde hay que buscar?- Preguntó Román
-¿Sabes lo que es Shangri La?-
- Sí, un mundo utópico y de fantasía. He leído los libros. –
- Pues es lo que tenemos que buscar. -Román esperaba no tener que oír esas palabras
-Es un mito, una leyenda, no existe. -dijo con tono enfadado
- Seguro que hasta ayer creías lo mismo de la magia, y aquí estas. –
- Yo… - No sabía que creer, algo en su interior le empujaba a continuar- ¿Por dónde empezamos? –
-No sé, tú has leído más libros que yo en este ámbito. ¿Por dónde empezarías a buscar? – Dado que tiene que ser una masa de tierra con un clima aislado, en medio de la cordillera con las montañas más altas y peligrosas del mundo… No lo sé. ¿Dónde estamos exactamente? –
-Al norte del Monte Everest, a unos 100 km.-
Román fue hacia sus cosas y saco un mapa geográfico. Su cabeza empezó a calcular y pensar donde podría estar. Un sitio tan grande y aislado ¿dónde podría situarse?
- Una pregunta- dijo Román con cierto tono de iluminación - ¿se puede esconder algo a plena vista con magia?-
-Claro, casi cualquier cosa-
-¿Incluso un lugar? En el sentido de que nadie sea capaz de ver lo que haya dentro y aun asi no sospechar-
-Creo que es posible, yo nunca lo he intentado. ¿A dónde quieres llegar? – Nikolay estaba totalmente desconcertado
- Puede ser que nuestro destino este oculto en un gran valle cerca de aquí, siendo lógico que tu magia nos trajera aquí-
-Tiene sentido, y si lo han ocultado también habrá medidas anti magia-
-Vale, creo que lo mejor será que exploremos esa opción, porque por ahora no tengo mas ideas-
Román se sentó enfrente del fuego para calentarse un poco. Tenía un frio atroz, punzante. Estiró un poco el brazo para coger las provisiones.
-¿Sabes por qué creo que Shangri La está ahí?- pregunto Román mientras comía un poco de chocolate- Además de por el tamaño y la geografía-
-Ni idea- contesto Nikolay sentándose a su lado- A mi solo me han dicho el nombre de donde te tengo que llevar y una zona aproximada de donde se encuentra. –
-Se rumorea que esa zona esta maldita. Siempre me ha intrigado. -
-¿Cómo que maldita?- la cara de Nikolay ahora es de intriga absoluta
-Según leí en varios libros y artículos, la zona hace que los que la visiten padezcan visiones, envejecimiento acelerado, mareos, desmayos, … Incluso hace unos años se dice que alguien murió en extrañas circunstancias. -hizo una pequeña pausa- Y lo raro es que no llegaron a entrar en el valle en sí, solo estaban por la zona, por así decirlo. –
- Eso debe de ser una magia muy potente, aunque a lo mejor nosotros podremos entrar.-
-¿Y eso por qué lo dices?-
-Estas acompañado de uno de los mejores magos negros de la historia-
-Sí, el cual está muerto- el tono de Román fue muy duro, y se arrepintió instantáneamente de ello
-En teoría es un castigo, no estoy ni vivo ni muerto. Además, este “muerto” según tu a jurado protegerte. –
-Lo siento, no pretendía herirte….. –
-No pasa nada, solo hay que llegar hasta allí y yo me encargaré del resto. –
Román empezó a recoger todo, creía saber cuál era el camino más rápido. Estaba deseado salir de esa cueva tan fría, oscura y húmeda. Román tenía una extraña sensación de incomodidad en ese sitio, con las estalactitas y estalagmitas proyectando sombras fantasmales.
Terminado de recoger, Román se puso el chaquetón y se colocó las mochilas como pudo. Al salir fuera el paisaje era desolador. Un viento helado racheado, con copos de hielo tan afilados como cuchillas. No había casi vegetación hasta donde alcanzaba la vista, a excepción de unos cuantos arbustos de pequeño tamaño. No se sorprendía, pues en esas condiciones poco podía aguantar.
- ¿Partimos? - dijo Nikolay
El miedo de Román se hizo patente en su rostro. Sabía cuál era su camino y ahora vio, de golpe, las dificultades que le aguardaban en él. Una sensación de soledad prácticamente total lleno su cuerpo, excepto por Nikolay.
Salieron hacia donde Román creía que estaba su destino. El camino iba a ser difícil y escarpado, duro para alguien hecho a la montaña, más aun para un simple novato.
Al caminar unas interminables horas siguiendo la ruta de Román, llegaron a lo que parecía una aldea. Un puñado de casas de madera y piedra separadas ligeramente unas de otras. Techo de paja y madera, igual que la puerta. Román le sorprendía cómo alguien podía vivir en tal elido desierto con tan poco, a pesar de todo lo que había leído.
Nikolay estaba atónito con la fuerza de voluntad de su nuevo amigo. Le daba la impresión de que jamás se iba a detener hasta llegar a su destino.
-¿Por qué no entablamos relación con los lugareños?- preguntó Nikolay- Siempre viene bien hablar con gente que conozca el terreno-
-No conozco el idioma- dijo Román asombrado por la gente
Los habitantes llevaban ropajes simples, de cuero y lana formado por dos partes. La parte de arriba era un abrigo marrón de cuero con lo que parecía un forraje muy denso, y unos pantalones azules de una lana muy gruesa. Llevaban puesto unos zapatos de cuero negro de aspecto simple.
La expresión de sus curtidas caras era de neutralidad, con una piel similar a la corteza de la madera tanto por el color como por la aspereza.
-Además- prosiguió Román - ¿No sería raro ver a dos chicos perdidos y solo uno de ellos bien provisto?
- Del idioma me ocupo yo- contesto Nikolay- En cuanto a lo de si sería extraño, solo quien yo quiera me puede ver, así que solo parecería que un excursionista joven se ha perdido-
Al intentar Román entablar conversación con algún lugareño, este a pesar de entenderle, no decía ninguna palabra.
No sabía muy bien que ocurría, nadie le respondía. Todo el mundo le miraba y sin mediar palabra seguían a lo suyo.
-Qué raro, juraría que deberían entenderte- la sorpresa de Nikolay era palpable como la incertidumbre de Román.
-Tranquilo, aquí todos son así- dijo una voz aguda a la espalda de Román
Al girarse vio a una chica de aspecto occidental, pelo marrón madera que le llegaba hasta los hombros, piel pálida, mofletes ligeramente sonrojados, unos ojos azules como el cielo y grandes como dos platos. De altura era algo más bajita que Román, de complexión delgada y atractiva, y se la notaba de carácter activo, inquieto. Bestia totalmente de verde: camisa verde, jersey verde, una falda verde que le llegaba hasta las rodillas, unas zapatillas deportivas verdes con unos calcetines altos de un verde muy vistoso.
-Me llamo Clara, ¿y tú? - dijo extendiéndole la mano a Román
-Yo Román, y él…- se detuvo al acordarse de que ella no podía ver a Nikolay
- ¿Tienes un Protector? - dijo Clara emocionada, dando un par de pequeños saltitos en el sitio- ¿Un fantasma, un ayudante que te guía en el camino hacia cierto sitio? -
-Supongo que tú lo llamas así, es el encargado de cuidarme-
-Nosotros teníamos uno, hasta que decidió que ya había cumplido-
- ¿Nosotros? – Román estaba extrañado- ¿Hay más gente? -
- Si, otro chico regordete, vamos juntos a un sitio raro- Clara cogió de la mano a Román y empezó a tirar de él- ¡Ven que te lo presento! -
Tanto Nikolay como Román estaban extrañados. No sabían de la existencia de más gente que se dirigiera hacia su mismo destino.
Al llegar a donde estaban asentados Clara y su amigo vieron un campamento pequeño, con un par de tiendas de campaña, restos de un fuego y comida.
En un tronco estaba sentado un chico de gran tamaño, como de 1,75, de la misma edad que Román más o menos, con un ligero problema de sobrepeso. Tenía el pelo corto y oscuro, cara tosca, pero con expresión afable con ojos marrones. Iba vestido con unos pantalones de montañismo, y ropa de abrigo ligera de diferentes colores. Lo que más le llamo la atención a Román es que iba descalzo.
-Buenos días-digo con voz grabe y pausada- ¿Quién es nuestro invitado Clara? -
-Él es Román y su protector es Nikolay- contestó Clara emocionada
-¿Protector? Por curiosidad, ¿A dónde os dirigís? - dijo el gran muchacho- Por cierto, dile a Nikolay que si quiere puede aparecerse, no vamos a hacerle daño-
-Estamos de visita por la zona- dijo Román, sospechando de él
-Y supongo que esa visita os llevara a cierto sitio legendario que supuestamente anda por aquí cerca, ¿no? - dijo mientras se levantaba- Por cierto, siento mi mala educación, soy Fran-
-¿Por qué tanta curiosidad?- dijo Román con cierto temor. Ahora que Fran estaba de pie intimidaba muchísimo.
-Tranquilo, no tenemos intención de hacerte daño, nosotros vamos también. Por desgracia nuestro protector desapareció hace dos días- la voz calmada de Fran tranquilizo tanto a Román como a Nikolay.
-Es un placer conoceros- soltó Nikolay tras aparecer de repente- Yo soy el encargado de llevarle a salvo. Antes de que lo preguntéis, no sé dónde está ese sitio-
-Nosotros tampoco lo sabemos- dijo Clara mirando extrañada a Nikolay- Tienes una pinta algo rara para haber sido condenado a este trabajo-
La cara de Nikolay era un cuadro, no se esperaba ese comentario tan de repente.
-Perdonar a mi compañera, es un encanto, pero no tiene el concepto de decir las cosas con suavidad o no decirlas- el tono conciliador de Fran relajó el ambiente- Llevamos desde que se fue nuestro protector intentando hablar con los lugareños, pero no entendemos muy bien el idioma-
-Nikolay os puede ayudar, puede hacer un hechizo de traducción o algo así-
-¿En serio?- clara estaba emocionada de nuevo
-Sí, o algo así- contesto Nikolay con tono sarcástico
-Por cierto, ¿Cómo habéis llegado hasta aquí? Por tu acento deduzco que eres del centro de España- dijo Fran a Román tras hablar con un anciano
-Deduje que a donde nos dirigíamos estaba por aquí y Nikolay se encargó de ello, ¿vosotros de dónde sois? –
-Venimos del sur de Estados Unidos, y antes de que lo digas, sabemos perfectamente tu idioma porque mis padres eran españoles y yo enseñé a Clara a hablarlo-
- Pues lo habláis perfectamente- Román empezó a confiar en Fran- ¿Por qué se fue el fantasma que os protegía? –
-Un día dijo que se acabó, que ya había cumplido su trabajo y desapareció-
Román no sabía que decir, parecía que Fran estaba tocado. Tras estar hablando durante todo el día mientras investigaban Fran le dijo que desde que salieron en este viaje se dedicó a proteger a Clara. Llevaban viajando un mes y hasta que se cruzaron con Román estaban perdidos.
Tras intentar hablar con muchos locales tuvieron suerte con uno de ellos. Les comento una leyenda local que hacía referencia a una zona entre las montañas, envuelta en una tormenta perpetua. Todos los ganaderos y nómadas evitan esa zona. La llamaban ´chi, muerte en tibetano. Por lo visto se encontraba en un valle aislado, rodeado de grandes picos. Era difícil de acceder y por lo que contaban las tormentas alrededor de la zona era frecuentes, desorientando incluso a los mejores guías.
Se reunieron de nuevo en el campamento. Allí les esperaba Clara, sentada al lado del fuego calentándose las manos.
- ¿Qué tal os ha ido? - preguntó Clara emocionada
- Sabemos cosas nuevas, tenemos una posible localización. ¿Vosotros que tal? -preguntó Fran- Por cierto, ¿y Nikolay? –
-Detrás de ti- soltó Nikolay – Yo también tengo noticias-
- Nosotros hemos localizado más o menos. Está en una zona de valle entre varias montañas. – dijo Román mirando los pies de Fran- ¿No tienes frio? –
-Que va Román, ya me he acostumbrado. Solo nos tenemos que tele transportar y ya está-
-Eso es lo que yo venía a decir- Nikolay intervino – Hay una zona en unas montañas con magia protectora muy potente, algo así como un escudo anti todo-
- ¿Qué quieres decir? – Fran estaba realmente intrigado
-Lo de teletransportarse digamos que queda descartado. No podré teletransportarnos allí, como mucho hasta donde empieza el escudo. –
-Entonces ¿a qué estamos esperando? - Clara estaba totalmente entusiasmada, empezando a recoger el campamento – Ayudadme y partamos enseguida-
- ¿Es tan enérgica siempre? – lanzo la pregunta Román al aire. Se miraron Fran y Román tras la pregunta de este. Para ser que sí.
-Clara, ya es por la tarde, deberíamos salir mañana- dijo Fran con tono calmado y tranquilo- Sino nos pillara la noche en medio de la montaña. -
Clara se paró lentamente de recoger, con cara triste.
-Entonces, ¿no recojo? – Clara empezó a ponerle ojitos tiernos a Fran
-No he dicho eso- Fran la hizo una pequeña caricia a Clara- Recojamos todo lo imprescindible, comamos y nos vamos a la cama. ¿Os parece? –
-Por mi perfecto. – dijo Román empezando a recoger las cosas que había por el campamento- ¿Dónde va esto? –
Mientras recogían poco a poco se fueron conociendo los cuatro, contando como habían llegado hasta donde están ahora.
Por lo visto Fran y Clara eran de un pueblo pequeño de Texas. Fran creció en una familia de ascendencia española, y Clara por otra parte tenía ascendencia inglesa. Los padres de clara por lo visto una era profesora en una escuela y el otro era contable en una escuela. Los padres de Fran eran muy diferentes a él. Por lo visto dirigían una empresa contable y eran excesivamente cerrados en cuanto a forma de pensar.
Al verles a Román le dio la impresión de que Fran se comportase de una forma muy paternalista con Clara, como si la considerase su hermana pequeña. Al rato descubrió que fue porque sus padres, al igual que los de Fran, eran excesivamente controladores y a la vez no se preocupaban lo más mínimo por su integridad física como emocional.
Una vez recogido todo lo que no fuera básico, Fran se puso a cocinar algo en un pequeño fuego improvisado, una especie de carne con un guiso que olía genial.
-Eso huele genial, menuda pinta que tiene-dijo Román llevando algunas latas de conserva y algo de cecina.
-Gracias- contesto Fran con tono amable -Hoy hay que comer hoy bien, que mañana temprano nos toca una gran caminata.
-Que bien cocina mi amigo- dijo de repente Clara, abrazando a Fran por la espalda
Los tres comieron tranquilamente, riéndose, conociéndose más a fondo los cuatro hasta que ya se era tarde. Se fueron a dormir en las dos tiendas de campaña pequeñas.
Román se ofreció a dormir a la intemperie, pero Fran le convenció para dormir con él en su tienda. Una pequeña linterna colgaba de lo alto de la tienda, iluminando su interior. Ambos colocaron los sacos y se prepararon para irse a dormir cuando Román decidió ir al baño.
Cuando volvió vio luz en la tienda de Clara, viendo su silueta dentro, cambiándose de ropa. Le resulto que era preciosa, una figura perfecta.
Volvió a la tienda de campaña.
- ¿Te puedo hacer una pregunta? - dijo Román metiéndose en el saco
- Ya la has hecho – contesto Fran entre risas – Venga, di-
- Clara y tú… ¿tenéis algo? -
-No, La quiero muchísimo, pero como una hermana a la que quiero proteger. –contesto Fran metiéndose en el saco- ¿Por qué lo preguntas? –
-Curiosidad, solo eso, mera curiosidad-
La noche fue fría y cerrada. Nikolay veía las tiendas donde sus nuevos compañeros de viaje dormían, sentado en una gran piedra cercana. El ya no tenía sueño, un fantasma no sentía sueño. Echaba de menos todo: el sueño, sentir el viento en la cara, la tierra bajos sus pies, … Ese era su penitencia, ver lo que jamás volvería a sentir.
Alzo la mirada hacia el cielo estrellado. No había mejor cuadro, ni vista más bella que aquella. Ni una nube enturbiaba el tintineo de aquellas luciérnagas eternas.
-Son lo más bello de este mundo- dijo en voz alta, sin ningún temor- Echare de menos todo esto, ya lo echo de menos. –
-Sí que es bello- dijo una voz dulce a la espalda de Nikolay.
Se gira y ve a Clara, con el pijama puesto que se sienta al lado de Nikolay.
- ¿Cómo es que puedes verme? - pregunto Nikolay extrañado
-No lo sé, siempre he visto y oído… cosas, digámoslo así- contesto mientras se acurrucaba
- Lo siento, no quería yo…- dijo con voz cortada, sentía como había vuelto a hacer daño.
Chasqueó Nikolay los dedos y una manta salió de la tienda de Clara para acabar encima de los hombros de ella.
-Tengo una duda, ¿Por qué estas así, como espectro? –
- Hice algo que no debía- un gran pesar se deducía de su voz triste
-¿Qué hiciste?- pregunto Clara con voz dulce y cariñosa- Peor que el anterior no pudo ser-
- Estaba practicando un hechizo y digamos que se me fue de las manos. – una lágrima cayó por la mejilla de Nikolay – Una gran maldición cayó sobre mi familia. Mi hermana mayor iba a morir, intenten te salvarla, pero solo provoque que sufriera más-
-Al menos intentabas salvarla. ¿Al final que la pasó? -Clara le miró con cara dulce
-Solo sé que le cause un gran dolor, antes de que supiera que le pasa exactamente me cayó este…-Nikolay hizo una pausa con cara de aún más pesar – Me cayó esta maldición. –
Ambos se quedaron hablando horas y horas, mirando las estrellas, hasta que Clara se fue a dormir.
Nikolay se quedó solo, mirando las estrellas, con el viento susurrando, como si cantase entre las montañas. Se sintió tranquilo y calmado, deseando que le dieran la oportunidad de estar con estos nuevos conocidos. Nikolay miro al cielo y lo deseo con todas sus fuerzas.
El día amaneció soleado, pero en estas montañas el tiempo cambia rápido. Recogieron todo el campamento y se pusieron en marcha. El viento hacia que pareciera que hacía mucho frio.
- ¿Estás seguro de que es por aquí? – dijo Fran cargado con una enorme mochila repleta de comida, con las cabañas plegadas colgadas de ellas
-Estoy seguro- contesto Román mirando el mapa, guiándose con una brújula militar. Iba con lo mismo que siempre.
Clara iba con una mochila de tamaño normal, verde oscuro, con correas de cuero y repleta de comida y ropa, apretados en su interior. Andaba con paso feliz, casi saltando, de un lado para otro.
Nikolay iba detrás del todo, como alma en pena, levantando piedras a distancia y lanzándolos por el aire.
Anduvieron por un paraje cada vez más frio y desértico. La caminata cada vez era más y más difícil. Tras una colosal y fatigosa caminata estaban ya cerca de su destino y decidieron seguir a pesar del cansancio.
-Tenemos un problema- dio Nikolay con la puesta de sol a su espalda, todos se giraron extrañados – Creo que se está alzando una tormenta de nieve, y muy fuerte. –
En cuestión de minutos se vieron envueltos en una enorme ventisca de nieve y granizo. Intentaron buscar algún sitio para refugiarse de la ventisca, pero el frio les adormecía los sentidos y dejaban de sentir piernas y brazos. Clara de repente se desmayó. Fran corrió rápidamente hacia ella y la cargo a sus hombros.
-Tenemos que buscar resguardo de inmediato – dijo Fran con tono cabreado
Román entro en pánico, buscando un resguardo, algún sitio para refugiarse de tal enorme ventisca. Tal era la dimensión de esa tormenta que Román no conseguía ver más de un palmo mas allá de sus ojos.
De repente, todo se tornaba negro, sus piernas le dejaron de responder, y Román noto se caía a la nieve, quedando inconsciente en la fría y blanca nieve. Lo último que discernió entre la oscuridad fue a Fran desmayándose también, cayendo sobre él Clara.

Todo se hizo oscuridad y frio. Cayeron en un gran y profundo sueño y no sintieron nada más, parecía que no iban a despertar.

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